En el transcurso de mi vida profesional, he tenido muchas experiencias. Como cualquier trabajador. Algunas han sido buenas, otras malas. Algunas las recuerdo, otras mejor olvidarlas. Pero si hubo alguna que me impactara, hasta el extremo de escribirla y publicarla, esa fue la de “La gaviota que no voló”.
La publiqué en “EMPUJE”, la revista
profesional de los mecánicos de vuelo, que ya se llamaban Oficiales Técnicos de
Vuelo. No quise hacerlo en “MACH 82”, la del sindicato de pilotos, por motivos que no
viene a cuento explicar. Al final del artículo, publico también una carta del Dr. Moreno. Hace más de 30 años de ese suceso en el que vi que,
hasta en las normas a cumplir, cuando te
encuentras con dos de ellas enfrentadas, hay que tener un orden de prioridades y actuar con humanidad y profesionalidad (no como un autómata), para tomar decisiones complicadas.